lunes, 9 de noviembre de 2015

Cómo vemos Jacobo o la Sumisión.

Resulta un poco difícil, en un primer momento, presentar una propuesta plástica y expresiva de una pieza como lo es “Jacobo o la Sumisión” del gran dramaturgo francés Eugene Ionesco. El teatro del absurdo se presta para jugar, variar y otorga cierta libertad, pero no mucha al momento de dirigir un montaje.
Viendo la obra de Meiningen, sus aportes a la dirección plástica y lo detallista que pudo llegar a ser, nos hizo ver como grupo que en los detalles está la esencia de un buen montaje: Para representar a Jacobo, no hace falta una escenografía muy elaborada. Escenario vacío, iluminado por un cenital blanco en todo momento. Luces amarillas, rojas que den el tono de estar en un sótano, en un lugar cerrado y viejo; las luces de colores varían su intensidad de acuerdo al hilo de la escena. Dos sillas, en un primer momento solamente una visible, serán las determinantes de división, confrontación y también unificación. Los personajes irán con un maquillaje muy caracterizador, caricaturesco, que resaltará alguna característica específica de cada personaje. El vestuario será basado en los años ’50. 

 La música buscará introducir al espectador plenamente en la pieza, arrojará la tónica de la representación  e invitará al que observa a sumirse en el tiempo y ritmo de la pieza.

Pero no todo se queda en lo visual. ¿Quién es Jacobo? ¿Qué hay detrás de él realmente? ¿Y Roberta, de verdad quiere casarse? ¿Por qué Jacoba es tan inquisitiva con su hermano? Antoine nos dejó en claro que no cualquiera puede representar un personaje. Es por esto, que cada actor, creará la historia personal de su personaje, de donde viene a donde va, quien es, que quiere.
En cuanto a dirección expresiva, es bueno que el director, y esto es su mayor reto,  preserve el don de la improvisación que poseen los actores; además, con cada papel, el actor adquiere nuevos matices, es tarea del director que sepa usar esto en favor de la pieza a montar, descubrir que características de los actores pueden contribuir e impulsar la creación del personaje. No se debe creer que el arte es algo inconsciente, no, el arte es una acto claro y consciente, por eso, cada parte de la puesta deber ser pensada y debe tener una  justificación.


Ambas propuestas, nos brindarán la capacidad de representar a Ionesco, tal vez no a la altura de grandes directores, pero si de una manera original, limpia y llena de ganas de transmitir que no siempre deben gustarnos las patatas con tocino.