domingo, 31 de enero de 2016

JACOBO O LA SUMISIÓN - IONESCO

La pieza “Jacobo o la sumisión” de Ionesco nos enamoró desde un principio. No es fácil de entender pero la misma tiene un trasfondo psicológico increíble, invitándonos a la reflexión personal  y al disfrute con cada ocurrencia presente en los diferentes personajes que solo el teatro de lo absurdo nos sabe brindar.
 El tono-palabra de la obra variaba con cada personaje pues los actores y actrices tenían el reto de representarlo según la intención del mismo, logrando que solo con escucharlos la audiencia pudiese entender qué sentía o quería transmitir cada personaje; Jacobo se mostraba desinteresado, Jacoba y Roberto Madre hipócritas, Jacobo Madre dolida, Roberta transmitía sensualidad al hablar y Roberto Padre buscaba vender.
 La mímica, gestualidad y proxemia, también variaba dependiendo del personaje que cada actríz y actor representaba. La mímica de Jacobo mostraba mucho desinterés con movimientos de ojos y frunción del entrecejo, fastidio por su familia y luego cambia de expresión cuando Roberta lo seduce, relaja el rostro. Su gestualidad, sentado, encorbado y con fastidio también, siempre tratando de alejar a todos. Aunque en ciertos momentos dejaba que se acercaran dependiendo del transcurso de la historia. Jacobo Madre y Jacoba, tenían una expresión del rostro muy marcada. Jacobo Madre se veía dolida, dramática, como en constante llanto aunque estuviese feliz; sus gestos también eran muy marcados, una mano en la frente cuando lloraba y los brazos en constante movimiento cuando no lloraba, se acercaba a Jacobo pero él la alejaba, bailó con Jacoba y respecto a los demás, nunca se acercaba más de lo personal.








 Mientras que Jacoba lucía una expresión de felicidad constante aunque sus diálogos fuesen de enojo, sus gestos eran muy similares a una niña, con los brazos a los lados con las manos hacia arriba y su caminar era rígido, se acercaba a Jacobo Madre pero nunca más de lo personal con los demás personajes. Roberta, siempre buscaba seducir y enamorar a Jacobo por lo que su rostro se veía con esa intensión en la mirada, además, sus gestos se desarrollaban en función de seducir, caminaba suave, gateaba al rededor de Jacobo en algunas ocasiones y al final de la obra se comportaba como gato para que Jacobo entendiera que en su casa sería más fácil hablar al llamar todo Gato. Su cercanía con Jacobo era intima. Roberto Padre y Roberto Madre, también tenían una expresión del rostro muy marcada, en el sentido de que Roberto Padre expresaba con su rostro el diálogo que pronunciaba, además de su mirada hacia el cielo y con los ojos muy abiertos cuando no hablaba, caminaba como si fuese gordo y le pesara el cuerpo, y en algunas ocasiones expresaba con el cuerpo lo que decía con palabras, su cercanía con los demás personajes no superaba lo personal. Roberto Madre también expresaba con su rostro cada palabra que pronunciaba Roberto Padre, así como también sus gestos seguían cada palabra, tenía una actitud ordinaria y su cercanía con los demás personajes no superaba lo personal.



Con el vestuario optamos por utilizar una paleta de colores específica para cada familia y una diferente para los protagonistas. Los Jacobo utilizaron colores fríos mientras que los Roberta colores cálidos. Los protagonistas vistieron de blanco y negro. Con el maquillaje quisimos jugar a exagerar las expresiones fáciles, agregándole por ejemplo tamaño a las cejas de Jacobo Madre, ojeras exageradas a Roberto Padre, entre otros.





La musicalización ayudó a que el público, acompañado de todo el montaje, se adentrara en la obra y en lo que estaba sucediendo. Iniciamos con un sonido de goteras, simulando el efecto que deseábamos de situar la escena en un sótano, seguido quisimos que la entrada de los Roberta fuese como en un circo por lo que utilizamos una música bastante divertida con la que seguramente todos pudieron notar que esta familia era un poco payasa y para finalizar elegimos la melodía del cumpleaños para acompañar a Roberta en su canción con la que buscaba seducir a Jacobo.

La escenografía e iluminación quisimos que fuese simple por lo que decidimos que solo estuviese una silla en el centro del escenario acompaña de una luz cenital y que fuesen nuestros movimientos geométricos los que generaran una sensación diferente a los espectadores. 




martes, 12 de enero de 2016

Luces de Bohemia y el Teatro de la Crueldad



La obra literaria Luces de Bohemia, del escritor Ramón del Valle Inclán, consta de ciertas características que la sumergen dentro del Teatro de la Crueldad, expuesta por Artaud, cuya finalidad es la de sorprender e impresionar a los espectadores, mediante situaciones impactantes e inesperadas. Algunas características que podemos contrastar son: golpear sentimientos primarios del espectador mediante escenas violentas y chocantes para captar su atención, como es el caso de la muerte repentina de Max estrella, un poeta ciego, que muere injustamente al final de la obra. Este hecho, marca significativamente al espectador ya que el personaje es un anciano ciego y esto por ende hace que su muerte tenga mayor impacto. Por otro lado el uso de la muerte como recurso teatral para lograr perturbación en el lector.  El sentido de rigor violento, por ejemplo, lo encontramos en la palabra escrita, los diálogos que encarnan sus personajes en el cual expresan la inconformidad con la mediocre sociedad española de la época.





Artaud, expresa que todo arte encarna e intensifica las brutalidades subyacentes de la vida para recrear la emoción de la experiencia, y Valle Inclán logra representar perfectamente en Luces de Bohemia la miseria en la que se encontraba viviendo no solo Max estrella, sino también otros poetas reconocidos de gran talento y la decadencia de la literatura en España, la cual es menospreciada y se le da más valor a lo banal, es decir, no hay lugar para el genio ni el trabajador. Sólo puede prosperar en esta sociedad la canalla y la infamia.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Gone Girl ¿Henrik Ibsen o August Strindberg?

Esta pieza se caracteriza por tener un conflicto aparentemente claro. Pudo escribirla tanto Ibsen como Strindberg puesto que la misma está llena de simbolismos, pequeños guiños para el espectador, siendo obsequios del autor que son una suerte de pistas para nada predecibles por supuesto. Por un lado, está Ibsen rompiendo con todo lo que se creía: la mujer, el ideal de la familia, el rol del hombre, lo prohibido, la mentira. Sin embargo consideramos que la película apunta más al estilo de Strindberg, podemos relacionar su personalidad ya que él se sintió atacado y perseguido por el feminismo, notándose esto en la manera en que el personaje principal juega un papel clave donde deja claro la astucia e inteligencia de la que es dotada la mujer para llevar a cabo el asesinato sin levantar ninguna sospecha, usando su rol de fémina como ventaja para ganar.


Además la mentira vital nace del odio, o venganza aunque no sepamos con exactitud, Amy que es la causante del conflicto es obsesiva, inteligente y perversa. La película tiene ese factor misterio de Strindberg puesto que solo tenemos pequeñas pero importantes pistas que te guían, o eso parece, a lo largo de la historia, lo que te hace dudar hasta el final de los personajes, no sabes qué argumentos son reales ni quién dice la verdad; y claro, el desenlace siempre es una maravillosa, o tortuosa, sorpresa para el lector/ espectador.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Cómo vemos Jacobo o la Sumisión.

Resulta un poco difícil, en un primer momento, presentar una propuesta plástica y expresiva de una pieza como lo es “Jacobo o la Sumisión” del gran dramaturgo francés Eugene Ionesco. El teatro del absurdo se presta para jugar, variar y otorga cierta libertad, pero no mucha al momento de dirigir un montaje.
Viendo la obra de Meiningen, sus aportes a la dirección plástica y lo detallista que pudo llegar a ser, nos hizo ver como grupo que en los detalles está la esencia de un buen montaje: Para representar a Jacobo, no hace falta una escenografía muy elaborada. Escenario vacío, iluminado por un cenital blanco en todo momento. Luces amarillas, rojas que den el tono de estar en un sótano, en un lugar cerrado y viejo; las luces de colores varían su intensidad de acuerdo al hilo de la escena. Dos sillas, en un primer momento solamente una visible, serán las determinantes de división, confrontación y también unificación. Los personajes irán con un maquillaje muy caracterizador, caricaturesco, que resaltará alguna característica específica de cada personaje. El vestuario será basado en los años ’50. 

 La música buscará introducir al espectador plenamente en la pieza, arrojará la tónica de la representación  e invitará al que observa a sumirse en el tiempo y ritmo de la pieza.

Pero no todo se queda en lo visual. ¿Quién es Jacobo? ¿Qué hay detrás de él realmente? ¿Y Roberta, de verdad quiere casarse? ¿Por qué Jacoba es tan inquisitiva con su hermano? Antoine nos dejó en claro que no cualquiera puede representar un personaje. Es por esto, que cada actor, creará la historia personal de su personaje, de donde viene a donde va, quien es, que quiere.
En cuanto a dirección expresiva, es bueno que el director, y esto es su mayor reto,  preserve el don de la improvisación que poseen los actores; además, con cada papel, el actor adquiere nuevos matices, es tarea del director que sepa usar esto en favor de la pieza a montar, descubrir que características de los actores pueden contribuir e impulsar la creación del personaje. No se debe creer que el arte es algo inconsciente, no, el arte es una acto claro y consciente, por eso, cada parte de la puesta deber ser pensada y debe tener una  justificación.


Ambas propuestas, nos brindarán la capacidad de representar a Ionesco, tal vez no a la altura de grandes directores, pero si de una manera original, limpia y llena de ganas de transmitir que no siempre deben gustarnos las patatas con tocino. 

sábado, 24 de octubre de 2015

La inmortalidad de los recuerdos

"Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias." Con esta frase de Miguel Hernández comienza “Dejadme La Esperanza”, abre y resume lo que será toda la trama: pasión y desgracias. Pasión amorosa, pasión por lo que eres o pasión por la libertad, la libertad desmedida puede acabar en una desgracia o también las desgracias descubren pasiones.



Todos vinimos al mundo con una tarea que cumplir, algo que hacer, algo que el destino ya estableció;  por lo menos eso creían los griegos. De la Antigua Grecia heredamos  el ágora, el reunirnos para instaurar lazos, teorías políticas, el teatro y  la heroicidad.

Cada obra tiene como motivo demostrar la identidad pura con la que sus personajes llegan a presentarse, el idealismo demarcado en cada una de las acciones tomadas y la interminable lucha que manifiestan entre cómo controlar su fuerza interior sin fallar a su destino. Además de la búsqueda insaciable por la verdad espiritual. Los sueños y el recuerdo de un fin trágico en común que las une, siempre están presentes aquellos anhelos que no se pueden llevar a cabo por la rudeza del destino y dejando recuerdos de una vida que se va.

La muerte por honor a causa del marcado carácter conservador de las sociedades de esa época es quizá el lazo conductor de estas tramas que, de cierta forma confirman la idea aristotélica de que el hombre, mediante la virtud, consigue el areté, la excelencia. Ahora bien, ¿Es la muerte realmente mala o es el fin que todos merecemos y decidimos alcanzar?

Imágenes: @TeatroUCAB