La pieza “Jacobo o la sumisión” de Ionesco nos enamoró desde
un principio. No es fácil de entender pero la misma tiene un trasfondo
psicológico increíble, invitándonos a la reflexión personal y al disfrute con cada ocurrencia presente en
los diferentes personajes que solo el teatro de lo absurdo nos sabe brindar.
El tono-palabra de la
obra variaba con cada personaje pues los actores y actrices tenían el reto de
representarlo según la intención del mismo, logrando que solo con escucharlos
la audiencia pudiese entender qué sentía o quería transmitir cada personaje;
Jacobo se mostraba desinteresado, Jacoba y Roberto Madre hipócritas, Jacobo Madre dolida, Roberta transmitía sensualidad al hablar y Roberto Padre buscaba
vender.
La mímica, gestualidad y proxemia, también variaba dependiendo del
personaje que cada actríz y actor representaba. La mímica de Jacobo mostraba mucho desinterés con movimientos de ojos y frunción
del entrecejo, fastidio por su familia y luego cambia de expresión cuando Roberta lo seduce, relaja el rostro. Su gestualidad, sentado, encorbado y con
fastidio también, siempre tratando de alejar a todos. Aunque en ciertos
momentos dejaba que se acercaran dependiendo del transcurso de la historia.
Jacobo Madre y Jacoba, tenían una expresión del rostro muy marcada. Jacobo
Madre se veía dolida, dramática, como en constante llanto aunque estuviese feliz; sus gestos también eran muy marcados, una mano en la frente cuando lloraba y los brazos en constante movimiento cuando no lloraba, se acercaba a Jacobo pero
él la alejaba, bailó con Jacoba y respecto a los demás, nunca se acercaba más de
lo personal.
Mientras que Jacoba lucía una expresión de felicidad constante aunque sus diálogos fuesen de enojo, sus gestos eran muy similares a una niña, con los brazos a los lados con las manos hacia arriba y su caminar era rígido, se acercaba a Jacobo Madre pero nunca más de lo personal con los demás personajes. Roberta, siempre buscaba seducir y enamorar a Jacobo por lo que su rostro se veía con esa intensión en la mirada, además, sus gestos se desarrollaban en función de seducir, caminaba suave, gateaba al rededor de Jacobo en algunas ocasiones y al final de la obra se comportaba como gato para que Jacobo entendiera que en su casa sería más fácil hablar al llamar todo Gato. Su cercanía con Jacobo era intima. Roberto Padre y Roberto Madre, también tenían una expresión del rostro muy marcada, en el sentido de que Roberto Padre expresaba con su rostro el diálogo que pronunciaba, además de su mirada hacia el cielo y con los ojos muy abiertos cuando no hablaba, caminaba como si fuese gordo y le pesara el cuerpo, y en algunas ocasiones expresaba con el cuerpo lo que decía con palabras, su cercanía con los demás personajes no superaba lo personal. Roberto Madre también expresaba con su rostro cada palabra que pronunciaba Roberto Padre, así como también sus gestos seguían cada palabra, tenía una actitud ordinaria y su cercanía con los demás personajes no superaba lo personal.
Mientras que Jacoba lucía una expresión de felicidad constante aunque sus diálogos fuesen de enojo, sus gestos eran muy similares a una niña, con los brazos a los lados con las manos hacia arriba y su caminar era rígido, se acercaba a Jacobo Madre pero nunca más de lo personal con los demás personajes. Roberta, siempre buscaba seducir y enamorar a Jacobo por lo que su rostro se veía con esa intensión en la mirada, además, sus gestos se desarrollaban en función de seducir, caminaba suave, gateaba al rededor de Jacobo en algunas ocasiones y al final de la obra se comportaba como gato para que Jacobo entendiera que en su casa sería más fácil hablar al llamar todo Gato. Su cercanía con Jacobo era intima. Roberto Padre y Roberto Madre, también tenían una expresión del rostro muy marcada, en el sentido de que Roberto Padre expresaba con su rostro el diálogo que pronunciaba, además de su mirada hacia el cielo y con los ojos muy abiertos cuando no hablaba, caminaba como si fuese gordo y le pesara el cuerpo, y en algunas ocasiones expresaba con el cuerpo lo que decía con palabras, su cercanía con los demás personajes no superaba lo personal. Roberto Madre también expresaba con su rostro cada palabra que pronunciaba Roberto Padre, así como también sus gestos seguían cada palabra, tenía una actitud ordinaria y su cercanía con los demás personajes no superaba lo personal.
Con el vestuario optamos por utilizar una paleta de colores
específica para cada familia y una diferente para los protagonistas. Los Jacobo
utilizaron colores fríos mientras que los Roberta colores cálidos. Los
protagonistas vistieron de blanco y negro. Con el maquillaje quisimos jugar a
exagerar las expresiones fáciles, agregándole por ejemplo tamaño a las cejas de
Jacobo Madre, ojeras exageradas a Roberto Padre, entre otros.
La musicalización ayudó a que el público, acompañado de todo
el montaje, se adentrara en la obra y en lo que estaba sucediendo. Iniciamos con
un sonido de goteras, simulando el efecto que deseábamos de situar la escena en
un sótano, seguido quisimos que la entrada de los Roberta fuese como en un
circo por lo que utilizamos una música bastante divertida con la que
seguramente todos pudieron notar que esta familia era un poco payasa y para
finalizar elegimos la melodía del cumpleaños para acompañar a Roberta en su
canción con la que buscaba seducir a Jacobo.
La escenografía e iluminación quisimos que fuese simple por
lo que decidimos que solo estuviese una silla en el centro del escenario
acompaña de una luz cenital y que fuesen nuestros movimientos geométricos los
que generaran una sensación diferente a los espectadores.